sábado, 17 de marzo de 2018

Cuadernos



No todas las palabras quedan anotadas. Dejo el lápiz un instante sobre el cuaderno abierto y los ojos pasan a leer la página que ofrece la ventana. Las hojas del albaricoque aleteando con el viento como si quisieran aprender a volar, las macetas ingenuas del alféizar, el pájaro que las merodea con insistencia, un trocito de cielo con una nube pizpireta que se muere por salir en el rectángulo de cristal que contemplo para llenarme de palabras que están ahí, conmigo, cuando escribo, pero que no apunto porque ya sé, y estoy seguro, que se podrán leer en las escritas.