martes, 3 de octubre de 2017

Coro de ausentes | BANDEJA


Cien palabras para un poema.
Se seleccionan y se limpian
sentidos figurados,
se secan con el paño
de la fonética. Se distribuyen
en frases, se sazonan con diversos
signos de puntuación.
Se cocinan a fuego lento.
En otro recipiente más pequeño
se hierve una mirada.
Lo que los ojos ven sobre la mesa
donde se escribe, lo que se contempla
por la ventana, lo que evocan
las imágenes en el escenario
de la memoria. En este punto
de ebullición su contenido
se vierte en las palabras.
Se sirve con caligrafía
enrevesada, cejijunta.
Por encima, unas gotas de café sin azúcar.