sábado, 3 de junio de 2017

1996-«La más que viva»


«Ven, no te quedes ahí, con este tiempo», le grita Teresa de Ávila desde el interior del puesto callejero. «¿Yo?». «Claro, resguárdate aquí, bajo la marquesina; no hay mañana en la que no te vea detenerte delante». «Me gustan las flores; gracias, solo soy un estudiante». «Y yo una florista de barrio. ¿Qué flor te gusta más?». «Ninguna hay que me disguste». El anorak de Christian aún gotea, una nota a pie de páginas del tratado que redacta la lluvia. «Te enseñaré mis preferidas». «Son preciosas». «Son algo más. Tras marchitarse no desaparecen. Se quedan para siempre en la memoria».