martes, 24 de enero de 2017

# 574


En la calle mojada, sobre las losas que la lluvia ha charolado durante la tarde, quedan las huellas de mi caminar, un rastro opaco en un mar de brillos. Al girarme por casualidad, las he visto y me he detenido a observarlas. La línea que he recorrido en el espacio llega hasta el lugar donde estoy y desde donde veo la ausencia de cualquier línea hacia delante. Reflejos en la humedad de la piedra que mezclan los colores de rótulos, marquesinas y fachadas sin que nadie los haya pisado. Así concibo la vida cuando me paro a contemplarla. Ese instante.