miércoles, 21 de diciembre de 2016

o so


Años después me permitieron subir a los autos de choque. Como no había que elegir mi yo lo agradecía. Solo necesitaba salir corriendo tras el toque de bocina y conseguir un coche sin conductor antes que los demás. No era difícil. Por la tarde, cuando me dejaban montar, no había excesiva concurrencia. Al volver a sonar la sirena, uno apretaba el pedal del acelerador a fondo y… Se diría que la gracia estaba en lograr una buena colisión. Pero a mí lo único que me gustaba era conducir, zigzaguear, sortear coches y rehuir lo que a todos entusiasmaba. Segunda contrariedad.